NOTICIA GRD

Breve análisis de la licitación de resolución de patologías agudas con pago GRD de Fonasa

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Breve análisis de la licitación de resolución de patologías agudas con pago GRD de Fonasa

En una noticia anterior, informábamos acerca de la adjudicación por parte de Fonasa de la licitación ID  591-1-LR23 para la compra de servicios de salud de resolución de patologías agudas o reagudizadas a través de mecanismo de pago por GRD.

Mediante esta licitación, Fonasa  celebra convenios con los prestadores de salud privados, según la siguiente matriz de resolución de patologías agudas o reagudizadas:

Para cada tipo de paciente y tipo de atención, se definieron tres rangos de Precios Base, en función de la complejidad del caso:

  • Precio Base referencia 1 (PB1): aplica a egresos cuyo peso relativo sea menor o igual a 1,5. El precio base ofertado no podrá exceder los $2.285.000 (dos millones doscientos ochenta y cinco mil pesos).
  • Precio Base referencia 2 (PB2): aplica a egresos cuyo peso relativo sea mayor a 1,5 y menor o igual a 2,5. El precio base ofertado no podrá exceder los $3.402.000 (tres millones cuatrocientos dos mil pesos).
  • Precio Base referencia 3 (PB3): aplica a egresos cuyo peso relativo sea mayor a 2,5. Dicho precio base ofertado no podrá exceder los $5.315.000 (cinco millones trescientos quince mil pesos).

Lo primero que salta a la vista es la alta brecha entre los mínimos y máximos propuestos. A modo de ejemplo, para pacientes adultos en el tipo de  atención médica, la variación porcentual entre la menor  y la mayor de las ofertas es de un 52% para el PB1 y 49% para el PB2.

En segundo lugar, llama la atención que el grueso de las clínicas se presentó con el monto máximo permitido (la mediana[1] corresponde al valor máximo permitido por Fonasa). Las razones que podrían explicar esto son:

  • Las clínicas no conocen sus Precios Base y frente a la incertidumbre, se presentan con el máximo permitido.
  • Al no existir competencia en el sector (en muchas regiones hay un único prestador privado, en otras solo dos),  las clínicas saben que los van a contratar a cualquier precio y por ende se presentan con el máximo permitido.
  • Muchas clínicas no tienen internalizada una cultura de eficiencia, por cuanto el sistema de pago en el mundo privado es pago por prestación (se paga o reembolsa  todo lo que se le hace al paciente), por ende hay poco incentivo a la eficiencia.  En este contexto, puede ser difícil controlar los gastos de los pacientes Fonasa, es decir, aplicarles protocolos y “cuidados estrictamente necesarios” a los pacientes derivados de Fonasa, en circunstancias que a los otros pacientes se les atiende con otros criterios.
  • La lógica de fijación de precios en los sistemas de pago por GRD se basa en que los costos de algunos pacientes estarán por encima del precio a pagar por ese GRD y otros pacientes estarán por debajo. En promedio se compensarán. Es probable que algunos gestores financieros quieran ganar con todos sus pacientes, incluso los más consumidores, en cuyo caso se ubican en la frontera superior de precios.   

Tal vez la razón del comportamiento de las ofertas económicas de las clínicas sea una mezcla de varias de las anteriores.

En tercer lugar, pareciera que no hace mucho sentido establecer diferencia entre los tipos de atención médico y médico quirúrgico. En efecto, los prestadores se presentaron con prácticamente  los mismos precios. A modo de ejemplo, para pacientes adultos la mediana entre médico y médico quirúrgico es exactamente la misma ($2.285.000), y la media es casi idéntica ($2.200.702 vs $2.198.146). Teóricamente, la diferencia en consumo de recursos entre una atención médica y una médico-quirúrgica ya está reflejada en el peso GRD del egreso, por lo que no pareciera necesario  diferenciar las ofertas económicas.

En cuarto lugar, tampoco parece haber diferencia entre los PB adultos y pediátricos, de acuerdo a lo ofertado por los proponentes. Nuevamente, la diferencia de costos esperados ya está reflejada en el peso GRD del egreso, pareciera no existir justificación para tener precios base diferenciados.

Finalmente, es curioso que existan distintos PB indexados a la complejidad de los egresos, en circunstancias que la complejidad desde el punto de vista del consumo de recursos ya está reflejada en el peso GRD del egreso. Se entiende que la razón por la cual se realiza esta distinción tiene que ver con reconocer diferencias estructurales de costos en hospitales de distinta complejidad, en otras palabras, constatar que distintos tipos de hospitales pueden  experimentar para prestaciones similares, distintos costos promedio dados por su tamaño, estructura, cartera de servicios, etc. Dicho lo anterior, parecería más razonable agrupar (“clusterizar”) las clínicas en grupos de tamaño/complejidad similares y definir Precios Base diferentes para estos clusters, en lugar de vincular estos diferentes precios a la complejidad del egreso.

 A modo de conclusión, a partir de lo observado en esta licitación (y las anteriores), es previsible que esta licitación evolucione hacia una mayor simplicidad en cuanto a la cantidad de Precios Base a ofertar, tal vez llegando en algún momento a un único Precio Base por clínica, y a una mayor sofisticación de los factores de ajuste (p.e., ajustes por tecnología).

[1] Valor que se encuentra a la mitad de los otros valores, es decir, que al ordenar los número de menor a mayor, éste se encuentra justamente en medio entre los que están por arriba y por abajo.

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